Rex E. Wallace, Zikh Rasna: A Manual of the Etruscan Language and Inscriptions. Ann Arbor/New York: Beech Stave Press, 2008. Pp. xxiii, 271. ISBN 9780974792743. $64.95 (pb).
Reviewed by Roberto López Montero, Instituto de Filología Clásica y Oriental "San Justino", Madrid
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La aparición del volumen de R. E. Wallace supone, desde nuestro punto de vista, un gran acierto. Se echaba de menos, dentro de las publicaciones sobre lengua etrusca, una obra que no sólo recogiera el estado actual sobre el conocimiento de la gramática, sino también que la presentara con orden y en un solo volumen. El presente manual está llamado a convertirse en obra de referencia indispensable para todos aquellos que quieran asomarse en los próximos años al estudio de la lingüística etrusca. La obra de Wallace bien puede situarse al mismo nivel que hicieran otras en épocas pasadas. Recuerda, por tanto, a los Elementi di lingua etrusca (1936) de Pallottino, a Die etruskische Sprache (1969) de Pfiffig o a la magnífica síntesis Introduzione allo studio dell'etrusco (1991) de M. Cristofani. A todas éstas supera, ya que incluye las nuevas adquisiciones de los últimos lustros, apoyadas en el descubrimiento y publicación de nuevas inscripciones, como la tabula Cortonensis.
La obra se estructura en doce capítulos, a los que hay que añadir unas páginas al principio, donde se tratan las abreviaturas y convenciones, y otras al final con la bibliografía y los índices de inscripciones y términos. El capítulo I (pp. 1-16) es claramente introductorio. En él se incluyen elementos histórico-geográficos sobre el etrusco y se ofrece una útil clasificación temática de las inscripciones. También se enumeran, a modo de presentación, los textos más famosos que se han conservado en etrusco, entre los que destacan el liber linteus, la tabula Capuana, el cippus Perusinus, la tabula Cortonensis y las tablillas áureas de Pyrgi. Dicha presentación es básicamente ilustrativa y no incluye análisis profundos. Muy acertadas son las páginas que dedica a la hermenéutica, es decir, a los métodos de aproximación a la lengua etrusca. Aunque breve, el autor sabe destacar los dos métodos que más fruto han dado en los últimos decenios: el método llamado de los textos paralelos (parallel inscriptions) y el tipológico, introducido por el reconocido etruscólogo Agostiniani.1 El capítulo II (pp. 17-28) se centra en el sistema de escritura. Analiza, también brevemente, la evolución del alfabeto. Es muy clara la exposición sobre la transcripción de los grafemas, especialmente la de las sibilantes etruscas. Resuelve con satisfacción este problema que todavía arrastra la Etruscología, sobre todo a partir de la publicación de los Etruskische Texte de Rix en 1991, que complicaron el tema.2 El autor demuestra un buen conocimiento del asunto, avalado por la publicación de artículos que tratan directamente este tema.3
Muy interesante es también el capítulo III, dedicado a la fonología (pp. 29-42). El consonantismo es tratado con rigor y se centra en la descripción de los fonemas, incluyendo las aportaciones de Rix, Steinbauer y Agostiniani. El vocalismo recoge igualmente las últimas adquisiciones, sobre todo las de Agostiniani,4 quien ha sabido distinguir la velarización de a en etrusco arcaico. Wallace apunta también el problema de la épsilon retrógrada, transcrita como ê y aparecida en la tabula Cortonensis. Recorre los problemas típicos de la fonética etrusca, tales como el cambio de i>e, los diptongos, las síncopas y las vocales anaptícticas. El capítulo se cierra con unas notas sobre el dialectalismo etrusco.
La morfología nominal aparece en el capítulo IV (pp. 43-56). Señala el carácter aglutinante del etrusco, hecho que lo distancia de las lenguas indoeuropeas. El autor parte también del doble tema que poseen los sustantivos (p. e. ais, aise-) superando viejas teorías que explicaban las vocales entre el tema y la desinencia de número a partir de fenómenos de anaptixis (Pfiffig).5 Esta presentación que Wallace sitúa en el neo-etrusco es muy novedosa y demuestra una síntesis previa. El autor es partidario de ver en etrusco cinco casos: el nominativo-acusativo, el genitivo, el pertinentivo, el ablativo y el locativo. La presentación que realiza de la morfología casual es muy clara, pero desde nuestro punto de vista escasa. La nomenclatura utilizada es actual, sobre todo porque incluye la distinción entre genitivo I (-s) y genitivo II (-l) y entre pertinentivo I (-si) y pertinentivo II (-le, -la). La mayoría de los etruscólogos, incluido Rix, dan por admitida dicha clasificación. Con ello se supera la terminología del genitivo enfático o del dativo. Sin embargo, se echa de menos alguna referencia a la desinencia de acusativo -ni en los sustantivos (p. e. spure-ni). Wallace también pasa por alto la explicación que Agostiniani da sobre la llamada desinencia de genitivo arcaico (-a), muy convincente en la medida en que estamos ante la vocal a velar que prescinde del fonema l. Creemos que la teoría sobre las desinencias arcaicas de genitivo está superada si se considera la aportación del etruscólogo italiano. Wallace opta por otorgar al locativo la desinencia -i y reducir la terminación -thi a un elemento post-posicional, como hace Facchetti. No debe de haber inconveniente en reconocerle a -thi el carácter de desinencia casual. El estudio del número que realiza Wallace da por sentada la diferenciación que en el plural hacen los sustantivos animados (-r) y los inanimados (-chva), apunte que nos ha parecido del todo válido. Se detiene igualmente en el estudio de los términos tular, naper y hilar, que llevan desinencia -r de animados, siendo inanimados. A éstos se podría haber añadido también tusur. Wallace trata de dar una explicación convincente, ya que es consciente de la dificultad que presentan. El capítulo se cierra con una exposición clara de los numerales. Recoge las últimas teorías sobre la asignación numérica que varían un poco con respecto de épocas pasadas, sobre todo en los numerales 7 y 8.
El capítulo V (pp. 57- 65) recoge el estudio de los pronombres y del artículo. En esta ocasión no duda en introducir el caso acusativo en el pronombre de primera persona (mini) y recoge también la hipótesis de Rix, algo antigua ya, sobre la posible identificación de las formas etruscas un, une, unu con el pronombre de segunda persona.6 Todo ello permite hacerse una idea completa de la morfología pronominal. Wallace, siguiendo igualmente a Rix, identifica las formas de -sa con el artículo. La presentación que hace de la declinación de estas formas enclíticas es muy clara y convincente. Hemos de advertir, de todos modos, que estas formas eran consideradas hasta Rix como sufijos de relación. El verbo es tratado en el capítulo VI (pp. 67-76). Reconoce los méritos de la obra de Wylin (2000), no superada en lo que a la morfología verbal se refiere. Advierte de la ausencia de la marca gramatical del número y de la persona en el verbo. La exposición sorprende por su brevedad, pero esto, lejos de ser un inconveniente, permite detenerse en las certezas que del verbo se han obtenido. La clasificación de los participios es prácticamente la tradicional hasta el momento.
Altamente interesante es el capítulo VII (pp. 77- 94), dedicado al estudio del sistema onomástico. Desde nuestro punto de vista constituye una gran novedad, ya que ofrece al lector una visión panorámica y profunda de uno de los campos de investigación más importantes de la Etruscología. Ofrece un análisis de todos los elementos de dicho sistema, como el nomen, praenomen y cognomen, así como del patronímico, matronímico y gamonímico. Sugerimos que se podría haber hecho una diferencia entre patrónimos (sustantivos) y patronímicos (adjetivos), ya que constituyen dos modalidades de expresión sintáctica diferentes. La etimología que ofrece Wallace de algunos praenomina (avile, usile) abre la perspectiva, en algunos casos, a vislumbrar un significado concreto en ellos: hasta hace bien poco se creía que los praenomina etruscos no significaban nada.
El capítulo VIII (pp. 95-121) es central en la obra ya que presenta en unas páginas el estado actual y completo de la sintaxis etrusca. La primera parte se detiene en la sintaxis de los casos, asignando a cada uno la función sintáctica más relevante. La hermenéutica es descriptiva y acompañada en cada caso de ejemplos muy ilustrativos. Somos conscientes, por otro lado, de la antigüedad de la hipótesis de la llamada redeterminación morfológica con desinencias de genitivo (Pallottino), pero nos ha extrañado que no haya ninguna referencia en el libro a este tipo de construcción aglutinante. Sí que es muy clara la lista de posposiciones y el estudio de la construcción absoluta, equivalente al ablativo absoluto del latín. También se detiene en la sintaxis de los demostrativos, no siempre de fácil interpretación. La última parte refiere, no podría ser de otra forma, la sintaxis oracional, donde se analiza la tipología de las frases, especialmente los fenómenos de coordinación y subordinación. Se cierra el capítulo con un apunte al orden de palabras.
En el capítulo IX (pp. 123-134), Wallace se detiene en el estudio del vocabulario por afinidad genética, aspecto que es original y acertado. En el primer parágrafo, que es el más extenso, enumera el léxico propiamente etrusco y, en los siguientes, los préstamos que la lengua etrusca ha recibido del griego, del sabelio, del latín y del falisco. No faltan referencias a la herencia etrusca en latín ni a la interesante controversia sobre la conexión entre etr. phersu y lat. persona.
El más extenso de los capítulos es el X (pp. 135-195), donde se comenta y se traduce un número significativo de inscripciones. Constituye, por así decirlo, la parte práctica de la obra. Los textos son citados por la obra Etruskische Texte (ET) de Rix o por el nuevo Etruscan Texts Project Online (ETP), donde el propio Wallace trabaja. Esta forma nueva de citar permite incluir textos etruscos que han aparecido después de 1991, fecha de la publicación de la obra de Rix. En total se ofrecen 88 inscripciones que se clasifican desde un punto de vista temático: textos funerarios, inscripciones bilingües etrusco-latinas, inscripciones de construcción de tumbas, de propiedad, prohibiciones, dedicaciones votivas, conmemorativas y otras. El método es claro y supone una aplicación fiel de los parámetros gramaticales de los capítulos anteriores. El capítulo XI (pp. 197-213) se centra en el estudio de uno de los textos etruscos más famosos: la tabula Cortonensis, descubierta en 1992, sacada a la luz pública en 1999 y publicada en 2000. Wallace ofrece al lector una síntesis de los puntos aceptados por los etruscólogos en esta inscripción, e incluso otorga una traducción por secciones. El último capítulo (pp. 215-225) se detiene en uno de los temas más controvertidos: la relación genética del etrusco con otras lenguas. Aduce la prueba de los numerales para alejar el etrusco del latín, del griego y del sánscrito, es decir, del indoeuropeo. A su vez, compara la inscripción de la estela de Kaminia (Lemnos) y algunas del rético para concluir que estas dos lenguas comparten con el etrusco correspondencias en la morfología nominal y verbal. Se trata de una opinión asentada en análisis muy serios y en ningún momento arriesgada.
El libro se cierra con una bibliografía actualizada y completísima, que deja fuera obras de escasa relevancia e incluye estudios de obligada consulta. Puede considerarse la mejor bibliografía que hasta la fecha ha sido publicada sobre lengua etrusca. Le siguen los índices de inscripciones y de palabras.
La obra de Wallace, por tanto, constituye un claro ejemplo de precisión sobre el conocimiento actual de la lengua etrusca. Consideradas las salvedades a que hemos hecho referencia en la recensión, nos parece un manual imprescindible para todos los que quieran acercarse, de forma científica y global, a la lingüística etrusca. El autor no sólo conoce bien los últimos logros de la Etruscología de los últimos años sino que, además, los ha sabido presentar de forma ordenada, diáfana y precisa en un volumen donde los ejemplos acompañan todas las aserciones. Esto constituye, en conjunto, una de las grandes novedades del libro, al que le auguramos un éxito merecido.
Notes:
1. Agostiniani, L., 1993, "La considerazione tipologica nello studio dell'etrusco", Incontri Linguistici 16, pp. 23-44.
2. Rix, H., 1991, Etruskische Texte I-II, Tübingen.
3. Wallace, R., 1991, "On the transcription of sibilants in Etruscan", Glotta 69, pp. 77-83.
4. Agostiniani, L., 1992, "Contribution à l'étude de l'épigraphie et de la linguistique étrusque", Lalies 11, pp. 37-74.
5. Pfiffig, A., 1969, Die etruskische Sprache, Graz, p. 75.
6. Rix, H., 1991, "Etrusco un, une, unu, te, tibi, vos e le preghiere dei rituali paralleli nel liber linteus", ArchClass 43, pp. 665-691.
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